Se estima que la industria de la construcción es responsable de aproximadamente la mitad de las emisiones contaminantes
Cada 5 de junio, el Día Mundial del Medio Ambiente invita a detenerse y observar cómo nuestras decisiones cotidianas impactan al planeta. Algunas son evidentes —el consumo de plásticos, el uso de transporte, la generación de residuos—, pero otras, como el modo en que construimos nuestras ciudades, pasan más desapercibidas, aunque su efecto sea profundo y duradero.
Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, el sector de la edificación representa cerca del 37 % de las emisiones globales de CO₂ relacionadas con el consumo energético. En México, la Comisión Nacional de Vivienda estima que la industria de la construcción es responsable de aproximadamente la mitad de las emisiones contaminantes. En este contexto, hablar de sostenibilidad en la arquitectura no es un tema de futuro: es parte del presente.
Para Alan Valadez, director de Diagrama Arquitectos, firma parte del grupo inmobiliario Levy Holding, la sostenibilidad no comienza con la instalación de paneles solares ni se resume en certificaciones. Empieza mucho antes, desde el trazo inicial de un proyecto. “Pensar en sostenibilidad es preguntarse cómo va a convivir una construcción con su entorno, cómo se adaptará al clima, cómo aprovechará la luz, el viento, el agua, y cómo se integrará con quienes la habiten y la rodeen”, explica.
Esta mirada implica un cambio de lógica. Diseñar no solo para que algo se vea bien o sea funcional, sino para que dure, se adapte y, sobre todo, genere un impacto positivo en su entorno. Es una invitación a observar el terreno, entender sus condiciones naturales, recuperar materiales locales, y proyectar espacios que prioricen la luz natural, la ventilación cruzada y el consumo eficiente de recursos.
Un ejemplo reciente de esta filosofía es Yaxché Apartments, en la Riviera Maya. No se trata de un desarrollo ostentoso ni disruptivo, sino de uno que dialoga con el paisaje. La elección de cantera gris, madera local y pasta de cemento natural no solo responde a criterios estéticos, sino que reduce la huella ambiental del proyecto. Al integrar ventilación natural y optimizar la iluminación, se disminuye la necesidad de sistemas artificiales, haciendo del edificio un organismo más autónomo y consciente de su entorno.
Esta forma de construir también implica poner a las personas al centro. Desde Diagrama Arquitectos, se ha buscado que cada proyecto integre espacios comunes, áreas verdes y rutas caminables, porque el bienestar no se mide solo dentro de cuatro paredes, sino en la manera en que una comunidad se encuentra, se mueve y se apropia del espacio.
Valadez plantea que más allá de ver a la sostenibilidad como un lujo debería verse como una base mínima. “Diseñar con responsabilidad no significa encarecer el proyecto. Significa pensar más a fondo. Entender que una buena arquitectura no es la que impone, sino la que se adapta, acompaña y mejora el lugar donde nace.”
Este Día Mundial del Medio Ambiente es una oportunidad para repensar cómo construimos, no solo en términos técnicos, sino éticos. Porque cada edificio es una declaración sobre el tipo de relación que queremos tener con el planeta. Y en esa relación, la arquitectura tiene mucho que decir.
Fotografía: Cortesía de Levy Holding