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Pueblos indígenas y comunidades locales, el motor invisible de la acción climática

Andrés Ávila Akerberg, director ejecutivo de Política y Legislación Ambiental (POLEA), subraya la necesidad de colocar a las comunidades en el centro de la acción climática

No hay transición energética justa ni acción climática efectiva si no se reconoce a las comunidades como actoras centrales, no sólo como beneficiarias. Escuchar sus voces, apoyar sus procesos organizativos e invertir en sus capacidades es fundamental para sostener los beneficios ambientales, sociales y económicos que nos brindan.

Esto es parte del llamado que hace Andrés Ávila Akerberg, director ejecutivo de Política y Legislación Ambiental (POLEA), quien subraya la necesidad de colocar a las comunidades en el centro de la acción climática. No como observadoras ni beneficiarias, sino como actoras clave.

Su posición cobra mayor relevancia frente a datos recientes del Banco Mundial (2024): aunque los pueblos indígenas y las comunidades locales representan cerca del 8 % de la población en América Latina y gestionan una parte significativa del territorio y los recursos naturales, siguen recibiendo apenas una fracción del financiamiento internacional destinado al combate del cambio climático.

Esta brecha evidencia la urgencia de consolidar su participación en la política pública y de fortalecer los espacios de formación, articulación y financiamiento justo que permitan escalar sus soluciones y asegurar que su conocimiento ancestral sea reconocido como una pieza esencial de la acción climática.

Las comunidades territoriales desempeñan un papel fundamental en la acción climática; integrarlas en las políticas nacionales y subnacionales aumenta significativamente las posibilidades de alcanzar las metas climáticas y, en consecuencia, de que los países cumplan con sus Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDCs), que son los compromisos asumidos por cada país para reducir sus emisiones y adaptarse a los impactos del cambio climático de acuerdo con las metas del Acuerdo de París.

Lo anterior es una de las principales conclusiones derivadas de los talleres que permitieron visibilizar cómo organizaciones comunitarias de México y Centroamérica, muchas de ellas lideradas por mujeres, enfrentan el cambio climático y sus consecuencias desde sus propios territorios.

Comunidades que ya impulsan la acción climática

De las más de 140 organizaciones representadas en estos encuentros, por mencionar algunos, se destaca la participación de:

Escuela Mesoamericana de Liderazgo (AMPB): Un espacio itinerante que fortalece el liderazgo juvenil en comunidades forestales de Mesoamérica. Ha formado a más de 780 jóvenes en 8 territorios de 3 países, promoviendo la gobernanza comunitaria y el manejo sostenible de los bosques, pilares esenciales de las NDCs de la región.

Centro Ecoturístico Carey (Campeche, México): Iniciativa de turismo comunitario en la Reserva de la Biosfera Los Petenes y la Ría Celestún, liderada por jóvenes locales. Ha restaurado más de 200 hectáreas de manglar y ofrece alternativas sostenibles de empleo y conservación. Esta experiencia demuestra cómo el turismo comunitario puede vincular conservación y medios de vida sostenibles, aportando directamente a metas de adaptación y mitigación.

FUNDEBASE (Guatemala): Organización que promueve la agroecología y soberanía alimentaria a través de la metodología “campesino a campesino”, beneficiando a más de 400 familias rurales. Su enfoque demuestra que la agroecología no sólo combate el hambre, sino que fortalece la resiliencia climática desde las comunidades.

Foro de Mujeres originarias de los pueblos y barrios originarios de la Cuenca del Anáhuac. Una organización que busca impulsar y crear sinergias entre mujeres originarias de la Ciudad de México para el establecimiento de. proyectos autogestivos, de resguardo y defensa de territorio ancestral y del medioambiente; así como del patrimonio cultural de sus pueblos y barrios originarios.

Las iniciativas representadas en los tres talleres confirman que las soluciones climáticas comunitarias son generadoras potenciales de procesos de mitigación, adaptación, equidad y justicia ambiental. Además, están orientadas a identificar soluciones climáticas comunitarias y a generar condiciones habilitantes necesarias para su implementación y escalamiento en la región.

De cara a la próxima Conferencia de las Partes número 30 (COP30), POLEA busca posicionar estos casos como ejemplos concretos del potencial comunitario en la acción climática.

Las comunidades en el centro de las NDCs

Los resultados de estos talleres se articulan con los compromisos climáticos nacionales e internacionales. En México, las NDCs reconocen el papel de los ecosistemas forestales en la mitigación y adaptación, pero aún es necesario fortalecer el marco jurídico e institucional para asegurar que las comunidades sean parte activa de su implementación.

Entre las principales recomendaciones identificadas a través de los talleres organizados por POLEA, se destacan:

  • Fortalecer las capacidades de los gobiernos subnacionales para avanzar en la política nacional de cambio climático, especialmente en el sector forestal.
  • Integrar a pueblos indígenas y comunidades locales en la implementación de las NDCs como parte de la solución climática.
  • Fomentar la participación de organizaciones civiles y actores locales en colaboración con el INECC y las secretarías de medio ambiente.
  • Promover procesos participativos con la inclusión de todos los sectores: comunidades, gobiernos, iniciativa privada y academia, para generar políticas legítimas y efectivas.

Incluir a las comunidades en la toma de decisiones no solo fortalece la legitimidad de las políticas, sino que garantiza que las soluciones sean efectivas, sostenibles y contextualizadas”, agrega Ávila Akerberg.

Asimismo, la evidencia apunta a que es fundamental impulsar la colaboración entre los gobiernos y los pueblos indígenas y comunidades locales (PICL) para fortalecer las NDCs. Los gobiernos deben asegurar que los marcos de planificación climática y de desarrollo nacional promuevan una participación activa y significativa de los PICL en todas las etapas del proceso de toma de decisiones.

Esta colaboración deberá traducirse en la incorporación de prácticas y tecnologías tradicionales dentro de las NDC, reconociendo tanto la capacidad de sus territorios para reducir emisiones, como su profundo conocimiento sobre la gestión sostenible de la tierra.

El reconocimiento y fortalecimiento de las soluciones comunitarias permitirá equilibrar la narrativa global del cambio climático con una perspectiva local, socialmente justa y ambientalmente responsable.

Las comunidades no son beneficiarias pasivas de la naturaleza; son quienes construyen las soluciones climáticas reales”, finalizó el director ejecutivo de POLEA.

Fotografía: Cortesía Política y Legislación Ambiental (POLEA)